jueves, 7 de abril de 2011

Juventud Efectos psicológicos

Cada vez son más las mujeres y hombres que se someten a cirugías estéticas o que son fieles a los “pinchazos”. Cada uno tiene una opinión al respeto; hay quienes piensan que es frivolidad o excesivo culto al cuerpo. Pero la realidad es que, en muchos casos, puede ser un paso para mejorar la autoestima, afirman los especialistas.

Para Yánez, “tal vez haya un culto a la belleza pero las personas en general buscan verse y sentirse bien así como mejorar su autoestima”. Para García, el 90 por ciento de sus pacientes salen satisfechos y contentos.

“La cirugía mejora su autoestima y cambia la vida a mucha gente. Le devuelve las ganas de vivir”, expresa el cirujano plástico.
Y es que lo que sucede con muchas mujeres es que ni una está contenta con su físico; pueden ser los labios muy delgados o los pies chuecos, quizá es el “inmenso” trasero o los brazos flácidos. Si nos dieran una varita mágica, todas cambiaríamos algún detalle de nuestro aspecto, ¿no es así? Sin embargo, la mayoría de los mortales tolera estas imperfecciones y vive en paz con su propia lotería genética. Aún así, las cifras indican que cada vez son más las personas que recurren a cirugías estéticas o a pinchazos, lo que refleja la aparición de un fenómeno sociológico que ha convertido a las operaciones de cirugía estética en otro producto de consumo; más asequible, aceptado socialmente y a veces necesario para mejorar la autoestima.

“Han pasado 17 años desde que llegué de hacer mi especialidad y a medida que ha pasado el tiempo he visto evolucionar muchas cosas. Por un lado, ha incrementado la demanda de cirugías estéticas y cada vez hay más gente que quiere verse mejor y sentirse mejor. Asimismo, ha dejado de ser un tema tabú. Cuando llegué, poca gente se quería operar y si lo hacía se callaba. Hoy en día las mujeres que se operan lo comentan abiertamente. Incluso es un tema de conversación totalmente normal en los tés o cualquier reunión de amigas. Hoy la cirugía estética es natural. Las mujeres quieren verse más bonitas y más jóvenes…. Y los hombres también”, asegura García.

Sin embargo, hay el otro lado de la moneda. Hay quienes buscan la perfección, “solucionar un problema personal” o acabar con una crisis emocional con una cirugía estética.

“Mucha gente viene pensando que la cirugía solucionará su vida, pero la verdad es que no solucionará los problemas personales que una persona tiene”, expresa García.

Debemos estar concientes de que cualquier problema, ya sea sentimental, familiar, amoroso, etc., no puede ser solucionado con una entrada al quirófano.

Y es por eso que antes que nada es necesario tener claro qué buscamos con la cirugía y que el “cuerpo 10” no existe. Si crees que sí, porque lo ves en revistas, es porque hay retoques fotográficos, capas de maquillaje e iluminación perfecta. Los cuerpos reales son imperfectos, con manchas, imperfecciones y arrugas, y es allí donde radica la verdadera belleza.

Constantemente somos engañadas por los medios ya que somos bombardeadas con imágenes, desde series y películas a revistas y publicidades, que muchas veces muestran un ideal totalmente ficticio e inalcanzable. No puedes pretender lucir como la chica de la publicidad de Revlon, pues ¡ni ella se ve así!

En este contexto, García considera importante mantener una charla previa a la cirugía, entre el paciente y el experto. En ella se debe explicar todo sobre la cirugía y aclarar cualquier duda. Otro aspecto importante es tener expectativas realistas sobre la cirugía.

“Debemos ser realistas. No existe la perfección y cada cuerpo y organismo es único y diferente”, enfatiza García.

Toda cirugía estética tiene una razón de ser, o busca se borrar unas arrugas y lucir más joven, o mejorar la autoestima e incluso acabar con algún sufrimiento. En muchos casos, y en especial en la adolescencia, el más mínimo defecto físico puede llegar a convertirse en un trauma que anula a la persona, ya que ven “estos defectos” como verdaderos hándicaps que dificultan sus relaciones amorosas o profesionales y que les inducen a evitar ciertos comportamientos: falta de confianza en uno mismo o timidez. Muchos cirujanos ven pasar por su consulta a gente que sufría mucho por algún rasgo de su cuerpo y que, tras operarse, ha cambiado de actitud ante la vida y los demás, y su autoestima se ha disparado. En esos casos, los resultados psicológicos se dejan ver, muchas veces, ya en la primera consulta de seguimiento tras la intervención, en la forma de vestir y de desenvolverse del paciente.

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